Queremos formar una persona: Consciente del valor de su propia dignidad y de su capacidad, para desarrollarla en libertad y responsabilidad. Con capacidad para discernir y confrontar en un marco de respeto y espíritu solidario. Que realice un permanente y sano juicio crítico sobre la realidad. Competente e idónea, que con sencillez y humildad se inserte en los distintos ámbitos de la sociedad. Que supere las diferencias sociales y culturales, abierta al diálogo y a la escucha del otro. Que valore la familia como ámbito natural de crecimiento y maduración, cultivando el trato sencillo y fraterno. Que exprese la alegría, el cariño y la ternura, integrando su personalidad sexuada mediante una sana relación consigo mismo, con la naturaleza, con los demás y con Dios.